Formentera, la grandeza de una pequeña isla

Llegar a Formentera, en un trayecto de apenas media hora en ferry desde Ibiza, es la primera gran sorpresa que nos regala esta pequeña isla que es sinónimo de paz, de vacaciones tranquilas, sin excesivos agobios. La bicicleta o la moto son las mejores aiadas para nuestro periplo por este pequeño enclave en el mar Mediterráneo que, a la vez, tanto ofrece al viajero ávido de nuevas experiencias y sensaciones. Aquí no encontrará torres de apartamentos, ciclópeas construcciones cerca de las playas o aglomeraciones imposibles como, en ocasiones, así ocurre en otros destinos turísticos de nuestro litoral. Ni están ni se les espera.

Dicen que es una de las islas más bonitas del Mediterráneo y tienen razón quienes así lo aseguran. Para comprobarlo es necesario acercarse a Cap de Barbaria al atardecer, esa hora que tanto gusta a los fotógrafos (bautizada por ellos como la «hora mágica»). Es, créanme, una experiencia sin igual. Estaremos rodeados en un entorno único, con la inmensidad del Mediterráneo a nuestros pies, sobre un acantilado y este gran faro como vigía permanente de cuanto acontece a nuestro alrededor.

Dentro de la isla existen algunas citas pendientes que bien merece la pena descubrir. Es el caso, por ejemplo del mercado artesanal de La Mola, muy pequeño pero cargado de atractivo. La pericia y maestría de esos artesanos de la más diversa índole se deja sentir en sus creaciones. Pintura, trabajos con madera, barro o cuero, orfebrería o reutilización de vidrios, piedras, tejas y telas. Imposible salir de allí sin comprar algún recuerdo. Todo ello aderezado con buena música en directo.

Ensalada payesa

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La gastronomía forma parte del viaje y en Formentera resulta imprescindible probar la ensalada payesa, elaborada con ingredientes humildes para un resultado excelso. No en vano, se trata de un plato estrella que encierra parte de la historia de la isla. Los antaños tiempos duros y complicados se reflejan también en esa gastronomía que aporta indicios de las costumbres de estos isleños. Tomate, pan seco, aceite de oliva, patata, sal, pimiento, cebolla y pescado seco (el ingrediente básico que da personalidad a esta elaboración) son la clave del éxito, pues se trata de un bocado que encierra mucho pasado de esta tierra.

Playas de ensueño

Nombres como Cala Saona, Ses Illetes, Es Pujols, Cala des Mort, Playa dels Trucadors, playa de Migjorn, etc. son ejemplos de playas, de diferentes tamaños, en las que el viajero puede disfrutar de un relajante baño en sus cristalinas aguas. La finura de su blanca arena, el reluciente sol que brilla la mayoría de los días del año, el llamativo azul turquesa de estas aguas, la tranquilidad del mar y su poco oleaje hacen que toda instantánea que saquemos con este Mediterráneo como fondo rivalice o se confunda perfectamente con cualquier playa paradisiaca caribeña. Y es que, sin duda, Formentera es un paraíso en el Mediterráneo.

Si, además, el viajero quiere una privacidad casi total descubrirá playas, de acceso algo más complicado, donde disfrutar de ese bien tan preciado en estos días como es el aislamiento y la tranquilidad absoluta en medio de espacios naturales sublimes.

Cerca del imponente faro de La Mola, donde se encuentra una de las zonas más altas de la isla, resulta una grata sorpresa descubrir un pequeño monolito dedicado al gran escritor francés Julio Verne. Al parecer, en su obra Hector Servadac se refiere a este lugar. La peculiar orografía de la isla (casi totalmente llana excepto en este extremo donde se encuentran los acantilados de La Mola) ayuda mucho a dejar volar la imaginación. Aunque, curiosamente, no existe constancia alguna de que el genial novelista hubiera estado en Formentera.

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Tierra de vino

Esta isla es productora de grandes caldos aunque, obviamente, en pequeñas cantidades. Cerca de algunas carreteras se pueden ver viñedos que delatan la existencia de esta industria vitivinícola. Sería bueno acercarse a alguna de estas bodegas para hacer una cata y conocer un poco más sobre la historia, las variedades de uvas y lo que les aporta su cercanía al mar. La experiencia resulta muy recomendable.

Otra de las curiosidades de este destino es «el llaüt», el nombre de la embarcación tradicional balear, hecha de madera, que se utilizaba para pescar. Aunque originariamente eran de vela, con el paso del tiempos, lógicamente, se han ido motorizando. Son muy apreciados, en la actualidad, por los visitantes para dar un paseo en barco por la costa, ya que permite disfrutar de la belleza de Formentera desde otra óptica.

Algunos consejos útiles

Puede encontrar más información sobre la isla en la página web www.visitformentera.com. En cuanto al alojamiento, la oferta es muy variada. El Hotel Roca Bella, en es Pujols; el Hotel Casbah (Platja de Migjorn) y Hotel Cala Saona (en Cala Saona) son una estupenda opción, mientras que para comer existen muchos restaurantes, buenos y para todos los bolsillos. Especialmetne aconsejables son Can Rafalet (en Es Caló) o Chezz Gerdi y Capri, ambos en Es Pujols no defraudan por la calidad de su materia prima. Y para moverse, lo mejor es alquilar una bicicleta y recorrer tranquilamente la isla, pues permite descubrir rincones únicos.

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